
La Bolsa de Metales de Londres, el último mercado financiero a "voces" de Europa

En la era del 'trading' electrónico, un puñado de comerciantes con traje continúan sus transacciones a gritos cada día en la Bolsa de Metales de Londres (LME), el último mercado financiero a "voces" de Europa.
La forma del lugar, en anillo, le da su apodo de 'Ring'. El precio de referencia mundial de todos los grandes metales no ferrosos se fija allí todos los días, entre las 12h30 y las 13h15.
Unos segundos antes de que comiencen las negociaciones, un 'trader' cruza el lugar apresuradamente mientras se pone la corbata, como exige el código de vestimenta, dirigiéndose hacia una de las oficinas dispersas alrededor de la sala.
Páginas garabateadas con cifras y órdenes bursátiles pasan de mano en mano. Luego suena una campana que significa el inicio de la subasta.
En ese preciso momento, terminan las charlas informales. Las llamadas por teléfonos móviles, prohibidas en el 'Ring', tampoco interrumpirán la subasta. Solo los teléfonos fijos permiten conectarse con el mundo exterior.
"Para ser eficiente, hay que ser consciente de todo lo que sucede alrededor durante la sesión, reaccionar rápidamente, ser claro y audible en el momento de hablar", cuenta Giles Plumb, 'trader' en StoneX y que negocia sobre el cobre desde hace "21 años".
Cobre, níquel, aluminio, una decena de metales no ferrosos entran en el mercadeo. A cada uno le va llegando su turno, en un espacio de cinco minutos.
- "Juego de póker" -
"En este momento, puedo reconocer a las personas por su voz y saber de qué se ocupa cada uno sin mirarlas", afirma Plumb, con una sonrisa constante y un traje impecable.
Esos cinco minutos de cada metal son algo así como un "juego de póker", confiesa Plumb. Los primeros momentos suelen ser tranquilos. "Te sientas allí", señala el 'trader', apuntando a unos bancos de cuero rojo dispuestos en círculo.
Luego, las minutos pasan y "hay que intentar no mirar el reloj", para no parecer preocupado, en una especie de farol de póker.
Pero cuando se acercan los últimos segundos, el 'Ring' se enciende y una gran agitación se apodera de repente de los miembros presentes.
El clamor sube. Los 'traders' gritan. Se levantan y se acercan a aquel (la sala es casi exclusivamente masculina) con quien hacen negocios, siempre con un talón pegado a su asiento, como estipula el reglamento.
Detrás de ellos, los corredores de bolsa hablan con sus clientes por teléfono fijo, algunos con uno en cada oído.
A pesar de este tumulto, Giles Plumb asegura que las sesiones son "menos agresivas y menos competitivas" que cuando comenzó su carrera.
En su apogeo, "este anillo estaba lleno, con 22 empresas de corretaje y 300 personas que provocaban un enorme muro de ruido", cuenta.
- La competencia de la electrónica -
Thierry Foucault, profesor en la HEC (Escuela de Altos Estudios Comerciales) de París, estima que la electrónica es "técnicamente superior y permite una mayor liquidez en los mercados, así como la reducción de los costos de intermediación".
En su opinión, la subasta ha perdurado en algunos casos por distintas razones, "especialmente en mercados muy especializados", como el de los metales, donde el número de operadores expertos es muy limitado.
La LME (London Metal Exchange) estuvo cerca de cerrar después del covid, pero decidió mantener una de sus dos sesiones diarias en persona siempre que seis empresas o más estén dispuestas a preservar este legado de la City.
Ocho empresas y unas decenas de personas siguen participando en las sesiones.
Aquellos que desean seguir utilizando este mercado "continúan haciéndolo, pero hoy en día, la mayoría de las transacciones en la LME se realizan electrónicamente", explica la Bolsa de Metales de Londres.
"El sistema de 'trading' en línea de alguna manera ha matado los mercados a voces en todo el mundo", lamenta Giles Plumb.
G.Perrin--PS